Cuando conocimos el swinger no estábamos seguros de cómo conseguir parejas. Una de las ideas era buscar alguna pareja de amigos atractivos e intentar abordar el tema de manera indirecta. Pero con el tiempo aprendimos algo importante... Quizás es mejor no abrir esta puerta en una relación de pareja que no está buscando o ni siquiera saben que existe este mundo.
Luego de descubrir que podíamos conocer parejas por Instagram, Twitter, Tinder, etc. Decidimos mantener esto separado de nuestro círculo de amigos. No consideramos necesario mezclar estos mundos.
Un día conocí a un chico por un amigo en común. Una conversación con muy buen feeling (de amigos) que nos llevó a seguir en contacto. Nos agregamos en las redes sociales y coincidimos un par de veces. Recuerdo que cuando vi a su pareja en fotos me pareció muy guapa.
Vamos a darle nombre a esta pareja, Carlos y Mía. Él es un chico alto, un poco rubio, con un cuerpo atlético (Muy buena condición física) y varios tatuajes. Ella es una chica alta, cabello castaño, delgada, también con varios tatuajes coloridos que destacan en su piel blanca.
En algunas ocasiones Carlos me escribía para ir a un bar por unos tragos y así también conocer a nuestras parejas. Por distintas razones no lográbamos coincidir, pero había interés en ambas partes.
Un día Carlos me preguntó qué haríamos para un fin de semana largo y nos invitó a una cabaña fuera de Santiago. No teníamos planes, así que le pregunté a Camila si le gustaba la idea.
–¿Estás seguro que quieres viajar y pasar 3 noches con personas que apenas conoces? Ni siquiera los conozco –dijo Camila
–¡Sí! vamos, hagamos algo distinto –le respondí. Mi intuición me decía que la pasaríamos bien.
Llegó el día y logramos conocernos todos en persona. Camila me comentó que ambos le parecían muy guapos. Y Mía en persona me pareció aún más guapa.
El viaje no era en onda swinger, ni siquiera habíamos conversado algo de esto con ellos. Adicional, también se sumó otra pareja que tenía una vibra cero swinger. Así que fue un espacio para conocernos mejor y compartir buenos momentos.
Algo curioso es que los cuatro conectamos muy bien. Podía sentir una vibra distinta con esta pareja, una parte de mí me decía que podía ocurrir algo sexual con ellos. Cuando fuimos a la tinaja y los vimos en traje de baño, Camila quedó encantada con ambos.
Luego del viaje nos juntamos un par de veces, aunque siempre con más amigos. Cada vez se sentía más esa vibra de que algo podía pasar, pero nadie se atrevía a decir algo.
Un día logramos salir los cuatro solos. Fuimos a una disco y la pasamos bien, aunque aún en onda de amigos. Pero conversamos varios temas que despertaron sospechas sobre el swinger o algo similar. Carlos se armó de valor e intentó romper el hielo con una pregunta directa.
–Cuéntenos la verdad, ¿Qué están haciendo qué siempre están ocupados los fines de semana? ¿En que están? –preguntó Carlos.
En ese momento sentí que ya no había vuelta atrás, Camila me miró y sus ojos decían lo mismo. Así que les contamos que visitábamos clubes swingers.
–¡Lo sabía! –exclamó Carlos, –Los vimos en Tinder hace algunos meses.
No nos sorprendió que nos vieran… Tenemos cuenta en Tinder, sólo que no colocamos que somos una pareja de mente abierta. Aunque sí nos sorprendió que luego de varios meses no nos dijeran nada. Nosotros no los habíamos visto en esa red.
–Nosotros también somos swinger, tenemos algunos años en esto –dijo Carlos.
Ese día conversamos sobre cómo llegamos a este mundo, sobre algunas experiencias y gustos. Aunque nadie tuvo la iniciativa para proponer algo.
Un par de semanas después nos invitaron a almorzar para ver la final del mundial en un restaurante. Un ambiente muy de amigos, aunque tomamos muchos tragos.
El partido terminó –¿Y ahora qué hacemos? –preguntó Camila.
Nos fuimos a su departamento para seguir conversando y tomar unos tragos. El ambiente se estaba calentando. Empezó a sonar la canción “Earned It” de The Weeknd. No podía perder la oportunidad de seducir a Mía. Ella estaba sentada en una silla, me acerqué a ella y empecé a bailar provocativamente. Pude sentir muchas ganas en su mirada.
Mientras le bailaba, ella relajó su cuerpo y se entregó a mi. Rocé mis labios por su cuello y su oreja. Bajé lentamente por su pecho mientras sentía su rico olor y su suave piel. Camila y Carlos se quedaron mirando.
Luego de esto se rompió el hielo. Ya no existía esa barrera de amigos que nadie se atrevía a cruzar pero que todos queríamos saltar.
–¿Qué tal si ahora nosotras nos sentamos y los chicos nos bailan? –preguntó Mía con una mirada muy coqueta.
Nuevamente aproveché para bailarle sensual a Mía. Esta vez mis manos se soltaron más y tocaba su cara, sus senos, piernas. Pasaba por todo su cuerpo. Veía como Carlos también hacía lo mismo con Camila, qué sin duda lo estaba disfrutando.
Terminó la canción y llegó el momento de que las chicas bailaran. Carlos y yo nos sentamos para disfrutar ese rico momento. Mía se acercó a mí. Su mirada era muy sensual, esto me excitaba mucho.
Se subió sobre mí, colocó sus brazos alrededor de mi cuello mientras movía las caderas. Nos mirábamos fijamente a los ojos y cada vez nuestros labios se acercaban más y más. Pasó su lengua por mi cuello, esto me provocaba aún más.
Se levantó de la silla y bajó lentamente hasta arrodillarse, tocaba mis piernas y se acercaba a mi pene. Yo estaba muy excitado y la erección se podía notar sobre mi pantalón. Lo miró y lo mordió por encima del pantalón.
Volvió a sentarse sobre mí. Ahora si empezamos a besarnos. ¡Qué ricos besos! pensé. Agarraba sus nalgas mientras nos besábamos. Poco a poco empecé a tocar sus senos hasta que bajé su body y empecé a besarlos.
La canción terminó, pero no era suficiente tiempo. Camila se levantó de la silla y empujó a Carlos sobre el sofá. Lo estaba disfrutando tanto como yo.
Le pedí a Mía que se sentara también en el sofá. Nos seguimos besando intensamente. Empecé a bajar lentamente desde su cuello hasta sus muslos, saboreando cada parte de su cuerpo. Tenía un body color rojo, sin quitárselo lo moví para un lado y así poder hacerle sexo oral.
Estaba disfrutando mucho hacerle sexo oral, tenía un rico sabor. Ella colocaba sus manos sobre mi cabeza y gemía fuerte. –Qué rico lo haces, sigue –decía Mía. Mientras yo agarraba sus senos al mismo tiempo.
Luego de algunos minutos se inclina hacia mí, empieza a abrir mi pantalón ella sola. Sin dudarlo bajó mi bóxer, llevó su mano a su boca y pasó su lengua por sus dedos para mojarlos y así masturbarme.
Se levantó del sofá y se puso de rodillas en el suelo para hacerme sexo oral. Me excitaba mucho cómo me miraba mientras pasaba su lengua por todo mi pene. Reconozco que lo hacía muy bien, lograba meterlo todo dentro de su boca.
Mientras esto sucedía, Camila también se arrodilló frente a Carlos y le hacía sexo oral. Al mirarla me di cuenta de que estaba disfrutando mucho. Luego los chicos nos sentamos en el sofá para seguir recibiendo sexo oral.
–Espera acá –me dijo Mía. Se levantó para acompañar a Camila en el sexo oral a Carlos.
Yo disfrutaba ver a las dos chicas jugando con Carlos. No puedo negar que me gusta ver a Camila realizando sexo oral a otro chico. Puedo notar cuánto le gusta hacerlo y suele mirarme mientras lo hace… le gusta provocarme.
–Ven Camila, ahora vamos a hacérselo a Patrick juntas –dijo Mía. Y como les he contado en otros relatos, esta es una de mis partes favoritas.
Ver la complicidad entre ambas chicas es algo increíble, no es sólo un intercambio de parejas. Es un juego entre los cuatro, excluyendo interacciones entre los hombres.
El ambiente estaba listo para tener sexo, sin embargo, Camila estaba saliendo de sus días. Así que preferimos estar más cómodos para ese intercambio full. Aunque el juego continuó cada quien con su pareja.
Mía se colocó en cuatro y Carlos empezó a penetrarla. Ella me miraba mientras lo hacían con fuerza. Acerqué mi mano a sus labios para jugar con ella, metió mis dedos en su boca y me mordía mientras gemía con fuerza.
Al mismo tiempo Camila se sentó sobre mí y empezamos a hacerlo muy rico. Mía y Carlos se acercaron a nosotros, besaban al mismo tiempo los senos de Camila. Esto es algo que la vuelve loca.
Poco a poco nos fuimos relajando hasta detenernos. Empezamos a vestirnos (menos Mía que se quedó desnuda) y nos despedimos de los chicos para finalizar una rica y excitante noche.
Aunque nos negábamos a compartir este tipo de experiencias con amigos, fue algo que disfrutamos mucho. Mi intuición me decía que sería algo muy rico, y fue incluso mejor de lo pensado.
Algo que nos encanta son las conversaciones que se dan al día siguiente de una junta. Los recuerdos están muy vivos y se pueden sentir las ganas de repetir.
–Estabas muy rica Mía, –le escribí por instagram.
–¿Ah sí? ¡Tú también! –respondió Mía.
–Tu mirada era muy sexy –respondí.
–¿Directa no? La estaba pasando rico, me nacía. Me encantaba como me agarrabas. También cómo me mirabas, se notaban las ganas. Tu respiración me mataba –dijo Mía.
–Tenía muchas ganas, quería tocarte y probarte toda. Me sentía inspirado… –respondí.
–¡Sí! Podía notar las ganas que tenías. Lo hacías todo con calma, muy rico. Y seguro notaste que eran mutuas las ganas. –respondió Mía.