Cuando decidimos adentrarnos en este mundo teníamos la intriga de cómo sería compartir nuestra intimidad con otras personas. Nuestras expectativas eran sobre algo soft, llegando quizás hasta el sexo oral.
En lo personal, luego de nuestra primera junta social con una pareja que conocimos a través de las redes sociales quedé con ganas de seguir experimentando. Camila se mostraba interesada también, pero creo que mi interés era mucho más intenso. Como cuando haces algo nuevo y te gusta... quieres repetirlo.
Recuerdo que le propuse a Camila coordinar una junta con una pareja. El plan era salir a bailar a algún lugar “A”. Parte de mí sabía que no llegaríamos muy lejos, pero quizás bailando podríamos acercarnos más a la otra pareja.
Algo curioso sucedió el día de la junta. Cuando nos estábamos vistiendo Camila me dice “Puedes colocarte esa camisa que te queda sexy y no olvides el perfume”. Al mismo tiempo también le comenté a Camila lo sexy y provocativa que se veía. Días después me di cuenta cómo ambos queríamos vernos provocativos para la otra pareja. ¿Nos estamos vistiendo para otra chica y chico? Quién lo diría…
No faltaban los nervios y dudas hasta el último momento, pero estábamos decididos. Llegamos a la disco y nos encontramos con la otra pareja. No perdimos tiempo para pedir tragos y conversar un poco… la música aún lo permitía.
Empezamos bailando cada uno con su pareja. Camila me decía al oído que bailara con la chica, poco a poco me iba acercando a ella. Todo inició como un baile entre amigos, pero esto no duró mucho tiempo. Camila empezó a bailar con la otra pareja, estaba en medio de ambos. Recuerdo en ese momento pensé “Están bailando muy cerca” quizás una sensación mínima de celos. No es común bailar tan cerca.
Una de las cosas que me gustaba es que podía sentir la mirada de la chica, se notaba su interés. Esto era algo nuevo para mí ya que con Camila tenemos varios años juntos y nunca me había preocupado en notar si otra chica mostraba o no interés en mí. Definitivamente era algo que me estaba gustando.
Empecé a bailar con la chica, lo hacíamos muy de cerca. Pasaba mis manos cerca de su cintura, sus nalgas y ella al mismo tiempo también pasaba sus manos por mis brazos, mi espalda. Cada vez no acercábamos más, tanto que nuestros labios empezaron a rozarse sutilmente hasta que se convirtieron en unos suaves mordiscos.
Yo me encontraba eufórico, debo reconocer me dejé llevar por la emoción y me centré en mí. Y esto es algo que hacemos como pareja. Pero es parte del aprendizaje. Aún no sabíamos cómo íbamos a reaccionar ante estas situaciones y no teníamos claros nuestros acuerdos.
En algún momento el chico y Camila fueron al baño, yo me quedé bailando con la chica. De pronto empezamos a besarnos. Era la primera vez que besaba a otra chica desde que empecé con Camila y que, además, era prácticamente una desconocida.
Camila regresó del baño y nos vio besándonos. Sentí que le incomodó la escena. Así que me detuve y la invité a bailar con nosotros. El ambiente se relajó un poco más. El chico también regresó del baño y siguió bailando con Camila.
Recuerdo que mientras bailaba con la chica, sentí como acercó su mano a mi pantalón. Intentaba tocármelo. ¡Esto me gustó!
Todo esto ocurría en una disco “A”. En ese momento Camila y yo no conocíamos los clubes swingers. Quizás algunas personas veían lo que hacíamos y se daban cuenta de que lo que hacíamos era algo fuera de lo común.
Los chicos nos invitaron a continuar el carrete en su departamento. Camila no estaba segura, pero finalmente aceptamos.
Llegamos al departamento, el ambiente se había calmado un poco. Colocaron música. Camila se quedó sentada con el chico y yo empecé a bailar de nuevo con la chica. Nos besamos, subí su falda y agarraba sus nalgas. Nuevamente empezó a tocármelo por encima del pantalón. Miré a Camila y se estaba besando con el chico, asumí todo iba bien.
Mientras seguíamos bailando, pasé mis manos por su cuello y lentamente bajé hasta sus senos. Poco a poco bajé su top y besé sus senos. Una de las cosas que más me han encantado son los senos, así que estaba disfrutando. Sentía como su respiración se aceleraba, la tocaba por encima de su bikini y al mismo tiempo podía escuchar sus gemidos como un susurro en mi oído.
Miré nuevamente a Camila y estaba sentada sobre el chico. La chica y yo hicimos lo mismo, nos sentamos y ella se subió encima de mí. Seguía besando sus senos mientras agarraba sus nalgas.
Luego de unos minutos Camila y el chico se detienen, notamos que algo no andaba bien. Camila no se sentía cómoda. Nos detuvimos y conversamos sobre como la estábamos pasando. Una conversación agradable donde pudimos aclarar cómo nos sentíamos.
Aunque el final no fue el esperado. Siento que fue una buena primera experiencia con una pareja que se interesó en nosotros y fueron respetuosos, donde fueron capaz de entender una incomodidad y buscar la forma de apoyar.
Mirando hacia atrás nos dimos cuenta como nos faltó conversar sobre nuestros acuerdos y límites. También aprendimos a reconocer cuando alguno de los dos se siente incómodo y la importancia de ser capaz de avisar cuando algo no nos gusta para no hacer cosas que no queremos.
Ese momento formó parte de nuestros inicios. Recuerdo me pregunté ¿Llegaremos más lejos la próxima vez?
Pensaba que Camila podría seguir teniendo celos de verme besando a otra mujer. Lo que no sabía es que en las siguientes experiencias Camila sería quien me pediría que besara otra chica.